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CORRECTA COMBINACIÓN DE LOS ALIMENTOS

Una buena combinación de los alimentos puede contribuir a un buen estado de salud, tan importante como lo son la calidad y la cantidad de alimentos que ingerimos.

Quizá vuestra alimentación ya es limpia y notáis sus beneficios; y, ahora, leyendo este artículo pensáis: “Ya he hecho bastantes cambios en mi dieta, ¿y ahora la debo hacer más restrictiva?”. La misma pregunta me hice yo, pero no pude resistirme a probarlo. Aunque mi alimentación ya se basaba en productos de origen vegetal y era altamente cruda, los resultados que experimenté fueron notables. Niveles de energía aún más elevados y un adiós definitivo a la barriga hinchada.

Combinar bien los alimentos no solo nos permite mejorar la digestión, sino también asimilar mejor los nutrientes. El sistema digestivo requiere menos energía y el resultado es que el organismo puede centrarse en otras funciones como reparar células y células y seguir con su proceso natural de depuración.  Este ahorro de energía también repercute en el estado de ánimo: nos sentimos menos pesados y cansados después de las comidas y tenemos más energía y vitalidad a lo largo del día.

¿DE DÓNDE SALE Y EN QUÉ SE BASA LA TEORÍA DE LA COMBINACIÓN DE LOS ALIMENTOS?

Las pautas para combinar correctamente los alimentos surgieron en el siglo XX durante el movimiento higienista. Su creador fue el doctor neoyorquino William Howard y, más adelante, la popularidad de esta práctica creció con la difusión que hizo de ella el doctor y naturópata Herbert M. Shelton.

Según la teoría de la combinación de los alimentos, los diferentes grupos de alimentos requieren tiempos diferentes y diferentes tipos de enzimas en el estómago y en los intestinos para poder ser digeridos. Un medio alcalino o ácido activará unas enzimas u otras. Cuando comemos ciertos alimentos al mismo tiempo, liberamos ambos tipos de enzimas; así se crea un ambiente neutro que lo único que hace es inhibir y retrasar el proceso digestivo. Eso puede originar fermentación de azúcares y putrefacción de proteínas en el estómago, y provocar gases, inflamación y otros síntomas de indigestión. Un proceso de fermentación en el intestino ocasiona un exceso de polialcoholes, que son fuente de alimento de bacterias y levaduras. La putrefacción de las proteínas genera residuos tóxicos.

Esta teoría higiensita tiene adeptos y detractores.

Hay otras teorías que hablan de la correcta combinación según los tiempos de digestión que requieren los diferentes alimentos. Las cuales recomiendan mejor no mezclar en una misma comida alimentos muy  concentrados (pobres en agua) y que requieren mucho tiempo de digestión (como las carnes rojas o mariscos) para aliviar las digestiones.

El concepto de la correcta combinación de los alimentos es aplicable y puede ser beneficioso para todos los estilos de alimentación: se consuma carne, huevo, pescado, lácteos, o se practique el vegetarianismo o el veganismo.

PAUTAS PARA COMBINAR LOS ALIMENTOS DE FORMA CORRECTA

Según esta teoría, las pautas a seguir y con sus argumentos sería:

  1. Solo comer cuando se tiene hambre. El cuerpo es muy listo y está preparado para indicarnos qué debemos hacer en cada situación orgánica (defecar, orinar, comer…). Cuando necesita alimento, nos avisa con la sensación de hambre y es entonces cuando le debemos aportar nutrientes. Si no nos pide, es porque aún está procesando y asimilando los alimentos de la última comida. Comer cuando no se tiene hambre puede congestionar el sistema digestivo, (en una persona saludable).
  2. Comer un solo alimento concentrado a la vez. Los alimentos concentrados son los que no contienen prácticamente agua, como los almidones y las proteínas. Los alimentos no concentrados son los que contienen un tanto por ciento elevado de agua, como la fruta madura y los vegetales sin almidón. Para facilitar la digestión y ahorrar energía, es muy recomendable incluir un solo tipo de alimento concentrado en el plato. Eso nos lleva a la tercera pauta…
  3. No mezclar proteínas y almidones. Aquí es cuando se rompen los esquemas. Os preguntaréis: “¿Qué pasa con el pollo al horno con patatas, las tostadas integrales con pavo, el sushi de atún, el salmón a la plancha con arroz salvaje? ¿Lo he estado haciendo mal durante años y años? “No lo has hecho mal, simplemente según la combinación correcta de los alimentos, estas no son las opciones más livianas. Para entenderlo mejor, según la teoría higienista, debemos mirar cómo se digieren estos dos tipos de alimentos. Las proteínas necesitan un ambiente ácido formado por ácido clorhídrico y las enzimas llamadas proteasas. Por otro lado, los almidones se digieren en un ambiente alcalino y con la presencia de enzimas amilasas. Si tomamos estos dos alimentos al mismo tiempo, los jugos ácidos y los jugos alcalinos liberados se neutralizarán entre sí y eso hará que el cuerpo deba invertir más tiempo y energía para digerir, y podemos sentir digestiones más cansada. Cuanto más rato pasan estos alimentos dentro del estómago a altas temperaturas (37 º C), más probabilidad hay que se produzcan residuos tóxicos. Esto podría afectar a la absorción y aprovechamiento de los todos los nutrientes y podríamos experimentar gases o hinchazón.
  4. Los vegetales sin almidón se pueden mezclar con todo. Este grupo combina prácticamente con todo el resto, a excepción de la fruta, que solo se puede mezclar con los vegetales de hoja verde, ya que requieren el mismo tiempo de digestión.
  5. Mezclar almidones diferentes es correcto.
    Aunque siempre es más fácil digerir los platos más sencillos, es correcto tomar dos tipos de almidones diferentes. La mejor opción es mezclar los almidones con vegetales sin almidón como hojas verdes, brócoli, espárragos…
  6. Mezclar proteínas diferentes no es correcto. Las proteínas son el grupo más difícil de digerir por su compleja diversidad de aminoácidos. Como el cuerpo necesita más energía y tiempo para digerirlas, preferiblemente no las mezclaremos. Así que nada de hacer platos mar y montaña… Sin embargo, mezclar proteínas de origen vegetal diferentes en un mismo plato: frutos secos, semillas y algas, no resulta tan pesado ya que tienen una estructura química más simple. A algunas personas las legumbres se les hacen más difícil de digerir porque tienen tantas proteínas como carbohidratos; por lo tanto, en estos casos, la mejor recomendación será no mezclar diferentes tipos de legumbres en un mismo plato y acompañarlas siempre de vegetales sin almidón.
  7. Mezclar grasas con proteínas o con almidones es correcto si se hace con moderación. Las grasas combinan bien con todos los grupos, excepto las frutas. De una forma y otra, si ya cuesta digerir la proteína, sobre todo de origen animal, mejor no mezclarla con grasas, además la proteína animal, huevo, carne o pescado suele ir acompañada de cantidades considerables de grasa. En el caso de los granos y cereales, estos a penas tienen grasa, así que será más correcto mezclarlos con grasas en las preparaciones culinarias, por ejemplo añadiendo una buena porción de aguacate o preparando una salsa pesto para unos espagueti de arroz..
  8. La fruta se debe comer sola. La fruta es el alimento que se digiere más deprisa. En veinte o treinta minutos ya está fuera del estómago. Imaginad que coméis fruta de postre después de una comida llena de proteínas y almidones, la teoría higienista dice que los azúcares de la fruta quedarían retenidos a altas temperaturas mientras esperan ser digeridos.
    – Si queréis comer fruta antes de las comidas, es preferible hacerlo entre media hora y una hora antes.
    – El único grupo de alimentos que combina bien con la fruta son los vegetales de hoja verde. Esta combinación es la base principal de los zumos verdes.
    – Los melones es preferible comerlos solos, ya que, de todas las frutas, son las que requieren menos tiempo de digestión.
  9. Los líquidos fuera de las comidas. Si tiendes a tener digestiones pesadas o lentas, es mejor evitar tomar líquidos durante las comidas para no diluir los jugos gástricos ni las enzimas necesarias para hacer el proceso de la digestión. Podemos beber entre un cuarto y media hora antes y dos o tres horas después de comer. Tomar pequeños chupitos de té caliente (como el de jengibre) o de una bebida probiótica, como la kombucha, durante las comidas puede mejorar la digestión.

PARA TERMINAR…

Cada vez hay más literatura referente a este tema, y, aunque algunos estudios dicen que esta teoría no tiene base científica, los resultados y los beneficios los notan muchas personas que lo practican. Como siempre, invito a que lo pongas en práctica y tu mism@ observes cómo te ientes.

No os llevéis las manos a la cabeza ni os sintáis perdidos; una vez le cojáis el truco, la teoría no os parecerá restrictiva, sino sencilla y que os sigue permitiendo comer variado. Os animo a ponerla en práctica, sin agobios, para ver si notáis algún beneficio. No hay nada que perder y posiblemente algo que ganar.

De todas formas creo que es muy importante siempre tener presente el concepto de bioindividualidad: cada persona es diferente; lo que para mi puede ser una panacea para ti puede ser veneno, y al revés. Pensad en las alergias alimentarias, alergia a las fresas por ejemplo… Por eso mismo, recordad que la propia experiencia es la mejor verdad.

CARLA ZAPLANA
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